Acabo de leer el mejor artículo en mucho tiempo, sobre la situación del empleo en España a lo largo de las últimas décadas. Copio y pego, porque no tiene desperdicio:
El pasado Domingo 13 de Septiembre, El País publicó, en sus Págs. 28 y 29 un muy buen reportaje sobre el empleo en España, bueno, mejor habría que decir sobre el desempleo.Léanlo: vale la pena. Mientras lo leía reflexioné; les traslado mis pensamientos aunque no son nuevos. Rememoren.
En el Reino de España ha crecido el desempleo del factor trabajo, mucho: en el segundo trimestre del 2007 estaba situado en el 7,95% de la población activa, en el mismo trimestre del 2009 en el 17,92%; en realidad ambos porcentajes son incorrectos: faltaría sumar el subempleo y el paro encubierto (entre el 4% y el 6% de la población activa, pero en el reino eso no se calcula, o si, pero no se publica).
España tiene una tasa de desempleo tremenda: al menos una persona de cada cinco que quiere trabajar no encuentra trabajo, en la UE es una de cada diez. Pero esa es solo parte de la historia: en España, quieren trabajar seis personas de cada diez que legalmente pueden hacerlo porque sus edades están comprendidas entre 16 y 65 años, en Dinamarca, por ejemplo, son siete de cada diez.
Primer mazazo: en España el desempleo es elevadísimo pero aún sería más elevado si más personas quisieran trabajar. Pregunta: ¿y porqué no quieren trabajar más personas en España?, pues porque … no encuentran empleo / no encuentran un empleo que les satisfaga.
La ocupación de la población susceptible de ser activa no crece en los árboles: hasta ahora fluía del PIB: a más PIB, más necesidad de factor trabajo y más ocupación, lo que generaba más consumo que llevaba a producir más a las compañías y a ocupar a más personas. Ese esquema, en España ha funcionado de forma sesgada.
España llegó con un siglo de retraso a la Revolución Industrial, es decir, España tenía una población activa adaptada a un Sector Agrario muy poco mecanizado y, por tanto, intensivo en mano de obra.
Entre la emigración a Europa y los llamados Planes de Desarrollo, una parte de esa población activa se fue y otra parte creciente se ocupó en la Industria, pero como los niveles de equipamiento, de capitalización y cualificación existentes en España eran muy reducidos, las actividades industriales en las que se ocupó esa población activa fueron intensivas en factor trabajo, es decir, de bajo valor añadido. Con los servicios -Turismo- sucedió algo muy parecido. (Teniendo siempre en cuenta que por razones ‘culturales’, digámoslo así, la tasa de ocupación femenina siempre fue reducida en España).
Cuando,
a partir de los 80 comenzó el offshoring España fue una de las primeras economías en sentirlo y el desempleo empezó a aumentar, a eso se unieron las reconversiones industriales llevadas a cabo, pero
España aún seguía contando con un activo: la baratura de su mano de obra y las legislaciones más permisivas -ambiental, laboral, fiscal- respecto a otros países europeos.
La foto de la década de los 90 de la economía española muestra un modelo especializado en la fabricación de bienes y en la prestación de servicios de medio y bajo valor añadido, intensivo en factor trabajo de baja cualificación, incapaz de ocupar a parte de su población a tiempo completo y en los empleos para los que estaba preparada.
Segundo mazazo:
el modelo económico español tiene una capacidad limitada, y en parte dependiente del exterior, para ocupar a su población activa, a pesar de que ese modelo utiliza procesos intensivos en mano de obra.
A partir de mediados los 90, pero sobre todo del 2000, España encontró la manera de emplear, no sólo a una gran parte de su población activa, sino población activa no española: hizo falta importar factor trabajo; esa manera fue la construcción; y el lubricante–combustible del crédito hizo el resto: el desempleo cayó en España (insistamos: entre comillas: el nivel más bajo se alcanzó en el segundo trimestre del 2007 con casi el 8%, y eso sin contar el subempleo ni el paro encubierto y con una tasa de actividad baja en comparación con otros países de nuestro entorno; ese fue el más-mejor-óptimo momento de la evolución del empleo en el reino).
El polinomio ‘Ladrillo – Automóvil – Turismo – Consumo – Crédito’ generó crecimiento … y ocupación del factor trabajo. Hoy todo eso se está desmontando, y es sólo el comienzo: como estarán las cosas para que en una región se cante como un logro una baja tasa de actividad ya que, así, la tasa de desempleo sea menor; o que se mencione como razón justificativa de un menor desempleo el gran número de jubilaciones anticipadas acaecidas en un subsector.
Tercer mazazo: las expectativas:
la ocupación del factor trabajo actualmente existente en España tiene un horizonte muy, pero que muy negro, ¿el motivo?, l
a imposibilidad intrínseca del modelo productivo español para crear empleo debido a su dependencia de elementos exógenos al propio modelo; imposibilidad para crear empleo de alto valor por su especialización en un PIB de medio y bajo valor; e imposibilidad de crear empleo de bajo valor porque el coste laboral en España es elevado para eso (y, además, no queremos que la población española se empobrezca, ¿verdad?).
¿Las soluciones que por ahí se van aportando?, lo que ya empieza a denominarse la
‘mexicanización de la economía española’: rebajas salariales en un entorno de alto desempleo y de economía informal; también, el ‘cambio de modelo productivo’, tras lo dicho ya se estarán preguntando cómo demonios se hace eso en España con los mimbres con que España cuenta. ¿Un panorama futuro bastante dantesco para el factor trabajo?, sí, sin duda.
Y hemos dejado para el final otro tema. A todo lo dicho, añadan otra cosa:
la baja productividad con que España cuenta y que sólo mejora si el paro crece; y otra más: 46 millones de habitantes de los que casi 8 son inmigrantes. ¡Genial!, a que sí.
(Me lo pregunta mucha gente: ‘¿Qué opinas de la Bolsa?’. Siempre respondo lo mismo: pienso que las cotizaciones no se corresponden con la realidad de la economía; y me paro ahí).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
Vía:
La Carta de la BolsaP.D: El artículo continúa en:
Cosas sobre el trabajo – 2: Paro, simplemente